Flamenco - Espetaculos / Loja

E l   C a m i n o   F l a m e n c o ®

La Soleá

História de la soleá.

La soleá de soledad; plural, soleares, es el estilo flamenco considerado como centro neurálgico del arte jondo. En su estructura musical guarda buena parte de los elementos rectores (melodías, ritmos, armonías) de la estética musical propia del género flamenco, pero no por ello es la soleá el más antiguo estilo del flamenco, aunque ningún otro aire ha tenido tal capacidad de sumar valores y calidades específicas del arte jondo como las soleares.

Surge de la evolución de un género musical de enorme implantación en el XIX andaluz, un estilo que conjuga rítmo y compás, con cadencias melódicas sentimentales y un soporte literario conforme a la expresión popular: El Jaleo, producto de la sabia alquimia que en Andalucía la baja supieron hacer con la jota, el fandango y la seguidilla.

El proceso de agitanarlo todo, que se vivió Andalucía en el siglo XIX, propició el nacimiento de los cantos de soledad.

El Jaleo
El jaleo lo encontramos desde principios del XIX bajo el nombre de ‘Boleras del Jaleo’, surgiendo pronto infinidad de variantes, todas jaleadas o del jaleo, presentes durante casi un siglo en los teatros andaluces, españoles y de todo el mundo. También hemos encontrado la referencia a una canción de 1800 titulada ‘La Soledad del Gitano’, cuando encontremos la partitura veremos si se resuelve alguno de los muchos enigmas sobre los orígenes del flamenco.

Otro género emparentado con los orígenes de la soleá pudiera ser el Olé (tipo de jaleo que se cantaba para cerrar la caña), y el cante por soleares sería entonces el correspondiente a una serie de olés sin la caña. Polos y Cañas hicieron el resto. La soleá cristalizó en los años cincuenta y no paró su constante recreación para el cante.

José Manuel Gamboa cree que con materiales de procedencia rondeña-malagueña, la soleá nace en Cádiz, pasa por Jerez y se desarrolla y florece en Triana.

De todos los jaleos existentes, hay uno que nos sugiere podría tratarse de una de las más antiguas soleares. Nos referimos al jaleo de la Gariana que cantó un jovencísimo Paquirri el Guanté en el Cádiz de 1847 acompañándose él mismo a la guitarra. La tradición flamenca apunta a La Andonda como la más antigua soleaera. La memoria flamenca nos ha legado cuatro cantes por soleá de Paquirri y tres de La Andonda.

Podemos afirmar la soleá es el estilo flamenco modélico: por su compás -amalgama de un 6/8 y un 3/4, la tonalidad modal -la escala andaluza propia del cante y toque por soleá, y los melismas de su melodía. Atesorando además un material literario de gran variedad.

La soleares, como buena parte de los estilos flamencos, basan su estructura formal en el modelo de: introducción de guitarra, ayeo de salida, cante de preparación, cante valiente y remate, con las falsetas intercalando las distintas letras.

No resulta fácil dar claves para distinguir las soleares, puesto que su aroma impregna a casi toda la música jonda y las variantes son muy numerosas. A modo de ayuda indicaremos que –como en la generalidad de estilos flamencos existe un eje Cádiz-Jerez-Sevilla conforme al cual los cantes van ganando temple y complejidad. Las procedentes de Cádiz son cortas, directas y salerosas; las jerezanas aportan un mayor desarrollo melódico, que en la provincia de Sevilla alcanzará las superiores cotas de elaboración. Por supuesto que no estamos hablando de calidades, nos referimos sólo a aspectos diferenciales, que tocan lo melódico, pero también lo armónico, lo tonal y lo rítmico.

La soleá apolá, como indica su nombre, tiene claras referencias al polo y suele atribuirse al gaditano Paquirri el Guanté (quien el mismo día del jaleo de la gariana cantó el polo andaluz). Denota un claro parentesco con la rondeña-malagueña, evidente desde el inicio de ambos cantes. Quizás Paquirri introdujo esos tonos en alguno de los jaleos que después se hizo soleá. Sin embargo desde hace ya mucho tiempo es un tipo de soleá que se relaciona con la soleá de Triana y como tal está normalmente considerada. Honor que se suele atribuir también a El Fillo.

Las soleares suelen ser de dos clases principales, de cuatro versos, y la llamada soleá corta, la soleá de tres versos, muy común como cante de preparación. También existe la soleá petenera, un tipo con modulaciones propias de la petenera, lo que implica que el cante se alargue considerablemente. Las letras más cantadas hacen referencia además a lugares de la América Española, ejemplo que puede tales como: ‘En La Habana hice una muerte, la Puebla me sentenció, la Puebla pide justicia, La Habana dice que no’. No en vano la petenera es un estilo de origen mexicano que una vez aflamencado perdió su acento indiano para hacerse flamenco, aunque conservando el aroma tropical inherente a los estilos llamado americanos, con su modulación al mayor. Otra cosa sería discutir hasta qué punto la petenera influyó en la soleá pura y dura, con la que comparte algunos importantes elementos en el ciclo de acordes de la guitarra. De petenera mexicana sabemos en Cádiz desde 1826, de soleá en 1851. Sería interesante indagar más en el tema.

La soleá es uno de los bailes más emblematicos del flamenco y, tal y como ocurre en el cante, su ejecución reune todos y cada uno de los elementos esenciales de la estética bailable del flamenco. Muchos de ellos seguramente tomados de otro de los más antiguos bailes flamencos, las alegrías.



topo ↑





topo ↑